Un milagro...

Quedé en bancarrota, a los meses mi padre murió repentinamente y días después perdí un bebé, no entendía nada de lo que me pasaba; me rompí interiormente…sólo pedí un milagro.

A los días una amiga muy querida me llamó por teléfono para ver cómo seguía y en su conversación me dijo: “va a empezar un curso de milagros”; aún recuerdo como mi alma se llenó de esperanza, ¡eso era justo lo que yo requería! Así conocí un curso de milagros; entendí que un milagro “es algo cotidiano con carácter de extraordinario”, así de simple (y así de complejo) sólo hay que estar en la frecuencia adecuada para que en nuestra vida se manifieste o deje de manifestar aquello que deseamos. 

Los milagros se dan en el instante que estamos en congruencia entre lo que sentimos, pensamos, decimos y hacemos.

Hubo tarea que hacer, sacar de mi subconsciente ideas y creencias muy arraigadas por la familia, educación, religión, sociedad en las que yo creía y como lo creía era lo que creaba y sentía; así que eso “vibraba” y vivía situaciones que me lastimaban o me estancaban, en ese tiempo yo me resistía a las experiencias dolorosas, no quería sufrir, ni sentir dolor; así que ignoraba el aprendizaje divino de cada situación. Finalmente eso  terminó en el momento que elegí vivir el milagro que tanto anhelaba y lo logré cuando abrí mi corazón al amor.

Te abrazo amorosamente,