La mejor madre del mundo


La mejor madre del mundo
De pequeña mi mamá era la mujer más bella que existía, yo quería ser como ella: fuerte, segura, juguetona y con tanta energía que nunca se cansaba.
Al llegar a la adolescencia, algo le pasó a mi madre, parecía que me la habían cambiado, siempre me decía lo que debía hacer, me obligaba a hacer las cosas a la perfección, básicamente quería que yo fuera la mejor en todo, eso realmente era muy molesto, cansado y sin sentido. Por ratos yo pensaba que esa señora era muy egoísta, no me dejaba ser yo misma, siempre me prevenía de lo que podía pasarme al hacer ciertas cosas como salir con ciertos amigos que eran mala influencia y yo decía para mis adentros: “ella que va a saber, ni los conoce, son los más buena onda”. 
Vaya que si tuvimos roses y diferencias, pero lo que más detestaba es que al final siempre tenía la razón y eso era insoportable; pero pese a todo la obedecía, un poco por respeto a sus reglas, y otro poco por miedo a ser castigada. Muchos años sentí que sólo quería a mis hermanos y no a mí.
La vida siguió su curso, algo ocurrió en mí, no sé si “maduré” un poco o simplemente crecí y vi la vida desde otro ángulo y empecé a entender a esa mujer que siempre y en cada una de sus decisiones y acciones deseaba lo mejor para mí, que me amaba de manera incondicional y que únicamente me cuidaba a su estilo.
Reflexionándolo un poco, si  sé qué paso, perdoné y me perdoné, solté y liberé todo aquello que algún día en mi sentir me hizo daño y dañó la relación madre-hija; acepté que tenemos personalidades diferentes y a la vez somos tan parecidas al amar.
Gracias a ello, hoy me doy la oportunidad de honrar y agradecer a la vida la gran madre que aún me guía. 
Mamá gracias por ser tú, si  vuelvo a nacer, te vuelvo a escoger.

Te abrazo amorosamente... 


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